Especial de Halloween


Desde la cima del Monte Olimpo hasta los helados reinos de Asgard… cuando la Noche de Halloween se aproxima, los velos entre el mundo de los vivos y el de los muertos se vuelven tan finos como un susurro.
Zeus no logra dormir sin dejar una antorcha encendida, y Perkūnas, nervioso, deja sus truenos rugiendo toda la noche.
En cada rincón del universo, criaturas mágicas, héroes y dioses sienten cómo la oscuridad despierta con un brillo inquietante…

¿Te atreves a adentrarte en el reino de lo misterioso y lo encantado?
Solo los guardianes más valientes no temen a las sombras que hipnotizan la noche.

Bua ja ja ja ja… 👻✨

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La leyenda de Ignostein

Ignostein, el pequeño Frankenstein


🧠✨ Dicen que, cuando el 31 de octubre la luna brilla sobre el San Bartolo, algo… o alguien… recorre sus pasillos. ¿Leyenda o verdad? ✨🧠


Hace no mucho tiempo, una historia curiosa comenzó a circular… y sucedió nada más y nada menos que en el colegio San Bartolo.


Era 31 de octubre. El aire estaba impregnado de esa mezcla entre risas nerviosas, disfraces improvisados y el olor a dulces escondidos en los bolsillos. El teacher de Biología entró al salón dispuesto a empezar la clase, pero algo en el murmullo de los estudiantes llamó su atención.


—Dicen que camina por los pasillos cuando todos se van… —susurró uno.
—Ni vivo ni muerto… —añadió otro.
—Con tornillos brillantes en el cuello —remató alguien con dramatismo.


El teacher escuchaba divertido. Según los estudiantes, una extraña criatura recorría la escuela cuando la noche caía. No era humana, ni zombie… ni viva, ni muerta. Un ser de uniforme de taekwondo desgarrado y piel verdosa al que todos conocían con un nombre que ponía la piel de gallina: Ignostein.


El profesor soltó una carcajada. “Niños y sus historias de Halloween”, pensó. Como era noche de fiesta, los mandó a todos a pedir dulces, mientras él se quedaba revisando tareas en el salón vacío. Pero, aunque intentaba concentrarse, una palabra no dejaba de resonar en su mente:
Ignostein… Ignostein… Ignostein…


Entonces, ocurrió.


¡PAM! Una puerta se cerró de golpe, haciendo eco en el pasillo vacío.
Un pupitre se arrastró lentamente por el suelo, con un chirrido que erizó cada pelo de su nuca.
Y después… una puerta empezó a abrirse muy despacio, como si alguien—o algo—quisiera anunciar su llegada.


El profesor apagó la luz y se escondió debajo del escritorio, conteniendo la respiración. El silencio era tan profundo que podía escuchar el latido acelerado de su propio corazón.

Fue entonces cuando los vio:


Dos pies verdosos bajo el brillo de la luna.
Un uniforme de taekwondo hecho jirones.
Y una silueta alta, con un tornillo en el cuello que brillaba en la penumbra.


—¡Era él! —pensó—. ¡Ignostein!


Temblando, murmuró:


—No me comas… soy un buen profesor…


Y justo en ese momento, como si un hechizo se rompiera, las luces del salón se encendieron.

—¿Profe? Soy yo… Ignacio. Se me quedó mi cuaderno —dijo una voz conocida.
Ignacio estaba allí, con una sonrisa pícara y un disfraz perfecto de Frankenstein.
—¿Le asusté?

El teacher tragó saliva y, tratando de recuperar la compostura, soltó una risa nerviosa:
—¡Claro que no me asusté! Me escondí para asustarte a ti…


Desde aquella noche, cada Halloween, algunos dicen que el eco de los pasillos susurra la historia del pequeño monstruo que caminó entre sombras y pupitres.
Así nació la leyenda de…
Ignostein, el pequeño Frankenstein. 🧠✨



Y así termina la primera historia… o al menos eso creen.
¿Estás listo para lo que se esconde en los pasillos la próxima semana?




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